literatura hispanoamericana

  • literatura indigena americana

sábado, 1 de mayo de 2010

En la Literatura Hispanoamericana tratamos con el habla de los países americanos donde sus
residentes practican el idioma español. Tenemos dos países excepcionales: el Paraguay donde
junto con el español se reconoce un idioma verdaderamente americano, el guaraní, como lengua
oficial. El otro caso es los Estados Unidos de América. A pesar de ser el inglés la lengua oficial,
residen en él más hablantes de la lengua española que en la mayoría de las otras naciones y
también es donde muchos de los más notables escritores de América Hispana en algún momento
de su vida han radicado.
La Literatura Hispanoamericana tiene sus comienzos con la llegada de las tres carabelas de Colón.
Cierto que en el Nuevo Mundo existían civilizaciones con culturas propias bien definidas.
Desafortunadamente la mayoría de éstas fueron erradicadas. Aunque algunas han logrado
sobrevivir, con las que trataremos en la literatura americana. Y todas, de una forma u otra, han
influenciado las literaturas de nuestra América Hispana.
Común entre estas literaturas hispanas en América son sus comienzos en las crónicas de los
conquistadores y los catecismos de los evangelizadores. Avanzan a un período de transformación,
afectado por la influencia española, donde la conciencia criolla se desarrolla en identidad nacional.
Y de ahí en adelante es donde se ponen interesantes.
Volverán a ocurrir transformaciones, de reflexión cultural, pero cada una de ellas, con cierta
influencia de sus vecinos, toma su propio camino. Se vuelven a consolidar en el Modernismo, para
sólo después retornar de nuevo a sus rumbos ya trazados.
Las circunstancias y estímulos que contribuyeron al desarrollo de estas literaturas son tan variados
como las tierras del Nuevo Mundo, y tan numerosos como su población.
Literatura de los pueblos de México, Centroamérica, Sudamérica y el Caribe cuya lengua madre es el
español. Su historia, que comenzó durante el siglo XVI, en la época de los conquistadores, se puede
dividir a grandes rasgos en cuatro periodos. Durante el periodo colonial fue un simple apéndice de las
literaturas, pero con los movimientos de independencia que tuvieron lugar a comienzos del siglo XIX,
entró en un segundo periodo dominado por temas patrióticos.
Sin embargo, durante la etapa de consolidación nacional que siguió al periodo anterior, experimentó
un enorme auge, hasta que alcanzó su madurez a partir de la década de 1910, llegando a ocupar un
significativo lugar dentro de la literatura universal. La producción literaria de los países
latinoamericanos forma un conjunto armónico, a pesar de las diferencias y rasgos propios de cada
país. Para la literatura latinoamericana en portugués.
PERIODO COLONIAL
Las primeras obras de la literatura latinoamericana pertenecen tanto a la tradición literaria española
como a la de sus colonias de ultramar. Así, los primeros escritores americanos —como el soldado y
poeta español Alonso de Ercilla y Zúñiga, creador de La Araucana (1569-1589), una épica acerca de
la conquista del pueblo araucano de Chile por parte de los españoles— no habían nacido en el Nuevo
Mundo.
Las guerras y la cristianización del recién descubierto continente no crearon un clima propicio para el
cultivo de la poesía lírica y la narrativa, por lo cual la literatura latinoamericana del siglo XVI sobresale
principalmente por sus obras didácticas en prosa y por las crónicas. Especialmente destacadas en
este terreno resultan la Verdadera historia de la conquista de la Nueva España (1632), escrita por el
conquistador e historiador español Bernal Díaz del Castillo, lugarteniente del explorador también
español Hernán Cortés, y la historia en dos partes de los incas de Perú y de la conquista española de
este país, Comentarios reales (1609 y 1617), del historiador peruano Gracilazo de la Vega, el Inca.
Las primeras obras teatrales escritas en Latinoamérica, como Representación del fin del mundo
(1533), sirvieron como vehículo literario para la conversión de los nativos.
El espíritu del renacimiento español, así como un exacerbado fervor religioso, resulta evidente en los
textos de comienzos del periodo colonial, en el que los más importantes difusores de la cultura eran
los religiosos, entre los se encuentran el misionero e historiador dominico Bartolomé de Las Casas,
que vivió en Santo Domingo y en otras colonias del Caribe; el autor teatral Hernán González de
Eslava, que trabajó en México, y el poeta épico peruano Diego de Hojeda.
México (actualmente Ciudad de México) y Lima, las capitales de los virreinatos de Nueva España y
Perú, respectivamente, se convirtieron en los centros de toda la actividad intelectual del siglo XVII, y
la vida en ellas, una espléndida réplica de la de España, se impregnó de erudición, ceremonia y
artificialidad. Los criollos superaron a menudo a los españoles en cuanto a la asimilación del estilo
barroco predominante en Europa.
Esta aceptación quedó de manifiesto, en el terreno de la literatura, por la popularidad de las obras del
dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca y las del poeta, también español, Luis de Góngora,
así como en la producción literaria local. El más destacado de los poetas del siglo XVII en
Latinoamérica fue la monja mexicana Juana Inés de la Cruz, que escribió obras de teatro en verso, de
carácter tanto religioso —por ejemplo, El divino narciso (1688)— como profano.
Escribió asimismo poemas en defensa de las mujeres y obras autobiográficas en prosa acerca de sus
variados intereses. La mezcla de sátira y realidad que dominaba la literatura española llegó también
al Nuevo Mundo, y allí aparecieron, entre otras obras, la colección satírica Diente del Parnaso, del
poeta peruano Juan del Valle Caviedes, y la novela Infortunios de Alonso Ramírez (1690), del
humanista y poeta mexicano Carlos Sigüenza y Góngora.
En España, la dinastía Borbón sustituyó a la Habsburgo a comienzos del siglo XVIII. Este
acontecimiento abrió las colonias, con o sin sanción oficial, a las influencias procedentes de Francia,
influencias que quedaron de manifiesto en la amplia aceptación del neoclasicismo francés y, durante
la última parte del siglo, en la extensión de las doctrinas de la ilustración. Así, el dramaturgo peruano
Peralta Barnuevo adaptó obras teatrales francesas, mientras que otros escritores, como el
ecuatoriano Francisco Eugenio de Santa Cruz y el colombiano Antonio Nariño, contribuyeron a la
difusión de las ideas revolucionarias francesas hacia finales del siglo.
Durante esta segunda época, surgieron nuevos centros literarios. Quito en Ecuador, Bogotá en
Colombia y Caracas en Venezuela, en el norte del continente, y, más adelante, Buenos Aires, en el
sur, comenzaron a superar a las antiguas capitales de los virreinatos como centros de cultura y
creación y edición literarias. Los contactos con el mundo de habla no hispana se hicieron cada vez
más frecuentes y el monopolio intelectual de España comenzó a decaer.
2.1.1. INCA GARCILASO DE LA VEGA
Garcilaso de la Vega (el Inca) (1539-1616), escritor y cronista peruano, uno de los mejores prosistas
del renacimiento hispánico. Su visión del Imperio de los incas es fundamental en la historiografía
colonial, y en ella brinda una imagen armoniosa, artísticamente idealizada y emocionalmente intensa
del mundo precolombino y de los primeros años de la conquista.
Nació en Cuzco y era hijo natural pero noble por ambas ramas: su padre fue el conquistador español
Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas, vinculado a ilustres familias, y su madre la ñusta (princesa)
inca Isabel Chimpo Ocllo, perteneciente a la corte cuzqueña. Escuchó tradiciones y relatos de los
tiempos del esplendor inca y asistió a las primeras acciones de la conquista del Perú y las guerras
civiles entre los conquistadores; resumió esa visión del fin de una era y el comienzo de otra muy
distinta en una frase famosa: “Trocósenos el reinar en vasallaje”.
Sin derecho a usar el nombre de su padre (llevaba el de Gómez Suárez de Figueroa), de naturaleza
tímida y reservada, la formación intelectual del Inca fue lenta, y tardía su producción madura. Escribe
su obra enteramente en España, adonde viajó, en 1560, con el propósito de reclamar el derecho a su
nombre (entre sus antepasados ilustres se encontraban el poeta Garcilaso de la Vega, Jorge
Manrique y el marqués de Santillana), lo que consiguió, y a él agregó orgullosamente el apelativo
Inca, por el que se le conoce. Se estableció en la localidad cordobesa de Montilla (1561), ciudad en la
que gozó de la protección de sus parientes paternos, y luego en Córdoba (1589), donde se vinculó a
los círculos de humanistas españoles y se dedicó al estudio y la investigación que le permitirían
escribir sus crónicas. Se inició en la vida literaria en 1590, con la notable traducción de los Diálogos
de amor de León Hebreo, a partir del original italiano. Su primera crónica, La Florida del Inca (1605),
epopeya en prosa, nada tiene que ver con el Perú sino con la conquista de la península de ese
nombre (actualmente parte de Estados Unidos) por Hernando de Soto, pero prueba las altas virtudes
del Inca como prosista y narrador.
Su obra máxima son los Comentarios reales, cuya primera parte (1609) trata de la historia, cultura e
instituciones sociales del Imperio inca; en tanto que la segunda, titulada Historia general del Perú
(publicada póstumamente en 1617), se ocupa de la conquista de esas tierras y de las guerras civiles.
La crónica ofrece una síntesis ejemplar de las dos principales culturas que configuran el Perú,
integradas dentro de una concepción providencialista de los procesos históricos, que él presenta
como una marcha desde los oscuros tiempos de barbarie al advenimiento de la gran cultura europea
moderna. Se le considera y aprecia como excepcional y tardío representante de la prosa renacentista,
caracterizada por la mesura y el equilibrio entre la expresión y los contenidos, así como por su sobria
belleza.

HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA.

EPOCA PRECOLOMBINA

Cuando los españoles llegaron a América encontraron territorios habitados por grupos humanos que tenían diferencias culturales y organizaciones sociales complejas. Específicamente, se puede hablar de las culturas de Centroamérica y la región andina de América del sur: Azteca, Maya e Inca. En el sur del continente se encontraban otros grupos en un menor grado de desarrollo que se dedicaban a la agricultura sedentaria o eran cazadores nómadas. Las grandes culturas fueron sometidas rápidamente por los españoles debido a las grandes rivalidades internas que existían y que los llevaba a traicionarse entre ellos, situación aprovechada por los españoles. Los grupos del sur del continente en cambio, resistieron mucho más y dieron una lucha aguerrida y sangrienta.

En lo que tiene que ver con el contexto cultural se puede afirmar que nuestros indígenas no manejaban alfabetos fonéticos propiamente, pero si habían desarrollado otras formas de comunicación que tenían un sistema de representación visual a partir de gliflos pictográficos, ideológicos y parcialmente fonéticos. Utilizaron la tradición oral como una forma de mantener la cultura, esta tradición era de una gran riqueza, algunas de estas manifestaciones fueron recopiladas por escrito por algunos españoles. Dicha literatura por lo tanto, estaba vinculada con mitos que hacían parte de las ceremonias rituales de los indígenas, presentados en un lenguaje elemental y cuyos temas eran: el origen del mundo, el amor, lo divino. Específicamente, se pueden encontrar todas estas características en el Popol Vuh, libro fundamental de los mayas escrito en lengua Quiche, su nombre significa “libro del concejo” y contiene las más antiguas cosmogonías, mitos e historias del pueblo Maya. Dichas historias fueron recopiladas entre 1554 y 1558 y dadas a conocer en el siglo XVIII. El manuscrito fue descubierto por el padre Francisco Jiménez quien lo tradujo al castellano. Otro importante aporte de la literatura indígena de la época es el Chilam Balam en él podemos encontrar crónicas, genealogías, profecías, cantares mitos y leyendas.

Fue copiado poco después de la conquista y conservado por los indígenas mayas de la provincia de Yucatán. Balam en lengua maya significa jaguar o brujo y Chilam significa sacerdote.

CONQUISTA Y COLONIA.

En el encuentro de dos culturas tan diferentes como la española y la indígena prevaleció un proyecto político de dominación, caracterizado por el saqueo y la violencia extrema que acabó con culturas enteras. El siglo XVI fue un siglo de contrastes y violencia; pero también hubo espacio para la autocrítica. Como se puede apreciar en las leyes de indias y los escritos de Fray Bartolomé de las casas. Se dio una mezcla de razas entre blancos, indígenas y negros con unos roles jerarquizados y diferenciados claramente. Los españoles controlaban el gobierno mientras que los criollos, quienes eran los hijos nacidos en América de los españoles, luchaban por obtener el poder, los indígenas fueron sometidos a diversas formas de trabajo que, junto con las guerras y las enfermedades traídas por los españoles los fueron disminuyendo considerablemente y propiciaron la traída de negros provenientes del África para desempeñar pesados trabajos. Toda esta situación dio origen a un mestizaje racial y cultural de tres continentes.

La vida cultural de la conquista y la colonia estuvo fuertemente influenciada por la iglesia católica, la educación era restringida a unos pocos criollos y esto generó un gran atraso pedagógico-educativo, los libros eran prácticamente inexistentes.

La literatura de este periodo se enriqueció gracias a que los conquistadores escribieron sus aventuras describiendo el nuevo mundo. Se puede afirmar que fue una literatura testimonial que habla de nuestros ancestros.

Se destacan escritores como: Cristóbal Colon con sus Diarios, Hernán Cortés, Cartas de relación de la conquista de México; Francisco López de Gomarra, Historia de las indias; Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de Nueva España; Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias Fray Bartolomé de las casas Brevísima relación de la destrucción de las Indias,; Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Naufragios; Pedro Cieza de León, Crónica del Perú; Fray Bernandino de Sahagún, Historia general de las nuevas cosas de la Nueva España ;El Inca Garcilaso de la Vega, Diálogos de Amor; Alonso de Ercilla, La Araucana .

EL BARROCO

Fue un movimiento cultural que caracterizó toda una época marcada por la contrarreforma que se estaba dando en Europa, y la cual era una reacción contra el protestantismo. Dicha contrarreforma buscaba dar poderío al Papa, por medio del concilio de Trento la iglesia católica redactara los dogmas fundamentales de la fe católica. Esta contrarreforma se prolongará un siglo entero y tuvo un efecto negativo ya que no se dio el librepensamiento ni se permitieron actitudes desenvueltas. En cuanto al aspecto cultural hay una marcada influencia de las concepciones estéticas europeas, en sus dos manifestaciones el Conceptismo el cual consistía en una marcada preocupación por el contenido y el Culteranismo que daba gran importancia a la forma literaria. Las características más notorias de esta etapa de la literatura se ven en un uso de recursos estilísticos complicados y juegos de palabras como también un continua búsqueda de la novedad y de lo extraordinario, uso de un lenguaje complejo y un estilo lleno de contrastes.

Los principales escritores de este periodo son: Sor Juana Inés de La Cruz

( México) , Respuesta a Sor Filotea; Juan de Espinosa Medrano, Apologético a favor de don Luís Góngora y Argote, Príncipe de los poetas líricos españoles; Juan Ruiz de Alarcón (México) la verdad sospechosa, Los favores del mundo

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